Diana Zuluaga es empresaria en serie. Fundadora y CEO del Instituto de Negocios Digitales, pioneros en las nuevas profesiones digitales como Launch Manager y Online Business Coach.
Ha creado 30 programas con más de 10,000 estudiantes en 24 países, con un claro objetivo: que seas capaz de crear un negocio digital de éxito que transforme tu vida, tu familia y que tenga un impacto positivo en el mundo.
Este año, en GoDaddy hemos querido contar con la experiencia y la visión de Diana Zuluaga para hablar de las claves del emprendimiento femenino en la actualidad. Con ella hablamos acerca del punto en que se encuentran las mujeres emprendedoras en la actualidad, cuáles son sus principales barreras y limitaciones a la hora de emprender y cuál es la perspectiva de futuro del emprendimiento femenino.
Las claves del emprendimiento femenino con Diana Zuluaga
Diana, tu trayectoria es impresionante y probablemente nos dejamos algunos hitos fuera de esta presentación. ¿En qué momento decides dejar la comodidad de un empleo por cuenta ajena y emprender por tu cuenta? ¿Recuerdas cuál fue el momento exacto en el que la cabeza te hizo “clic”?
Mi formación inicial es en Administración Pública y Ciencias Políticas. Vengo de una familia en la que no había antecedentes de emprendedores, así es que jamás tuve una ambición de emprender, pero sí de usar mi mejor talento para servir a la sociedad. Por ello empecé mi formación en algo tan tradicional como ser funcionario o empleado público.
Esta elección me llevó a trabajar en distintos empleos del servicio público donde, no quiero generalizar, pero en algunos casos se cumplen los clichés de empleos bajos, trabajos aburridos encerrado en una oficina gris, y donde no ves realmente el impacto del servicio a la sociedad al que yo aspiraba en un inicio.
Sentía que mi talento no estaba siendo aprovechado, ganaba muy poquito y además, al haber realizado una maestría en Administración Pública en Nueva York, tenía una deuda muy grande. No me daban los números, y tampoco encontraba esa pasión por mi trabajo, así que me vi en una situación de la que tenía que escapar.
Yo no me fui de Colombia con tanto sacrificio para acabar en una situación tan mediocre. Me tomé un par de meses, volví a mi casa en Colombia y reflexioné sobre qué iba a hacer con mi vida.
Soy una persona muy arriesgada, y quizá ahora, bajo ninguna circunstancia le aconsejaría a otra persona que se lanzase a la piscina de esa manera. Pero así lo hice, y fue algo bastante intuitivo y autodidacta.
A día de hoy hay multitud de recursos y de libros que te ayudan a emprender, a descubrir cuál es tu pasión y otros tantos aspectos valiosísimos, pero en su momento no existían esos recursos. Realicé una investigación profunda: pensé en personas a quien admiraba, que tenían un estilo de vida que me gustaba y descubrí qué habían hecho estos profesionales y a qué industrias se dedicaban.
Y esta investigación me llevó a una conclusión muy clara: todas los aspectos por los que se me había criticado en mis anteriores empleos -era una persona ambiciosa, organizada, etcétera-, eran las características perfectas para emprender un negocio.
Así es que en ese aspecto estoy muy agradecida al universo, a mi potencial, a lo que sea que me haya guiado a través de mi intuición y, porque ahí me di cuenta de que iba a empezar a usar mi talento para que mis esfuerzos se tradujeran en mayores ingresos.
En ese momento no emprendí, pero me involucré en una industria altamente competitiva como era la de los jets privados como vendedora por comisión en plena ciudad de Nueva York, a pocas manzanas de Wall Street.
Este empleo fue mi formación en negocios en la vida real: aprendí a hablar con clientes de altísimo nivel, de ventas, de persuasión, a mejorar mi capacidad de comunicación y otras muchas cosas que, a día de hoy, me han ayudado en mi emprendimiento.
Al final, yo respeté mis intereses y mis aptitudes y no permití que la opinión de otras personas influyera en mi decisión. A las mujeres en ocasiones se les dificulta tomar decisiones en paz teniendo en cuenta sus ambiciones.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo del emprendimiento, y cuáles fueron las principales barreras que te encontraste?
Después de unos años en esa industria en los que cogí experiencia y me hice con mi propia cartera de clientes, mi esposo Adam y yo emprendimos nuestra propia empresa de alquiler de jets privados.
Podría estar un rato largo hablando de posibles retos pero, para resumir, te diría que cuando emprendes no tienes ninguna garantía: todo depende de ti. Desde la captación del cliente a cómo vas a cerrar este trato comercial, hacer el seguimiento y prestar el servicio. Por ello, el primer reto al que me enfrenté fue a la manera de manejar este emprendimiento emocionalmente.
La capacidad de organizarnos, tanto la mía como la de mi esposo, la disciplina, el seguimiento y estar automotivado te ayuda en todo emprendimiento que tengas en la vida. Y estas son capacidades que uno puede desarrollar desde su empleo por cuenta ajena, cuando empiezas en tu emprendimiento y cuando tu negocio crece.
El segundo reto te diría que es el condicionamiento de nuestra capacidad de ganar dinero y romper estos techos, que a veces de metal incluso.
En un negocio propio, el cielo es el límite: me di cuenta de que yo tenía la capacidad de ganar millones. Esto es un privilegio, pero al mismo tiempo una responsabilidad: como empresaria, tengo que ser capaz de manejar esta situación. Y cuando uno tiene la humildad de ver eso, intenta mejorar sus habilidades para manejar la cantidad a la que cada uno aspira.
En muchas ocasiones, las mujeres no nos atrevemos a invertir en nosotras mismas para elevar nuestra capacidad de gestión emocional, mental y financiera. Y, en esos casos, estamos frenando la capacidad de crecimiento de nuestros negocios.
En los últimos años, por suerte, cada vez hay más visibilidad del emprendimiento femenino. ¿En qué punto crees se encuentra el emprendimiento de la mujer en la actualidad?
Todo lo que represente el progreso y el liderazgo de la mujer es directamente equivalente al progreso del mundo. En mi opinión, actualmente estamos en la adolescencia de este proceso, tanto en la evolución de la humanidad como en el del potencial de la mujer.
Es cierto que empezamos a ver el potencial, hay ciertas líderes y mujeres en posición de liderazgo en el mundo de la empresa o de la política. Sin embargo, seguimos liderando bajo reglas masculinas.
Es una oportunidad maravillosa en el sentido de que cuando una mujer asuma más su rol en la sociedad, se va a atrever a emprender bajo sus normas: respetando su hogar, sus ritmos de salud mental, su paz, su familia…
Cuando lo haga y emprenda para la libertad y no para la supervivencia se atreverá a crear negocios diferentes y, gracias al poder adquisitivo como resultado de estos emprendimientos, sí podrá crear una gran ola de influencia en la sociedad. Sin embargo, actualmente no tenemos este poder para ser honestas.
¿Cuál crees que es el motivo que lleva a las mujeres a emprender? ¿Consideras que hay alguna diferencia con respecto al emprendimiento masculino?
Yo creo que nos mueven cosas completamente diferentes, y considero que esto es una gran oportunidad. A medida que la mujer emprenda a su manera, muchos aspectos cambiarán: los horarios laborales, los salarios, el respeto de la maternidad, etcétera.
En tanto en cuanto las mujeres se atrevan a emprender y a tener un negocio que realmente facture, poco a poco se aliviará la diferencia entre hombres y mujeres.
Riqueza no siempre es sinónimo de abuso: depende de si esta riqueza está en manos de un mundo justo.
Yo siempre le digo a mis alumnas que el dinero sigue tus órdenes mentales y emocionales, y si lo usas para servir a la sociedad más allá de tu propio beneficio, se vuelve casi sagrado.
A través de tu experiencia, ¿crees que una mujer puede encontrar las mismas barreras a la hora de emprender un negocio que un hombre?
Creo que las barreras es algo que proviene de ambos sexos. Tradicionalmente, a causa de la educación y de la influencia de los medios, asociamos la figura de líder y gran emprendedor de éxito a un varón.
Sin embargo, muchos inversores tienen cierta reticencia a confiar en empresas lideradas por mujeres porque tenemos asociados otros valores a las mujeres: son personas emocionales, inconstantes, etcétera. Así es que las barreras no son las mismas, precisamente a causa de la educación que nos han dado.
Y voy más allá: la mujer inmigrante o de color lo tiene aún más difícil. No podemos tapar el sol con las manos: esta es la realidad actual.
Ahora nos estamos acostumbrando a que grandes empresarias y políticas sean las líderes, pero queda mucho camino por delante.
Cada vez existen más comunidades de mujeres emprendedoras, tanto offline como online. En tu opinión, ¿cuál es el motivo detrás de este auge, y qué oportunidades brinda una comunidad a las emprendedoras?
Tradicionalmente, desde las tribus ancestrales, las mujeres han vivido en comunidad, y eso nos beneficia: nos llena parte de nuestro ser, de nuestro amor propio, nuestro sentido de conexión. Sin embargo, en la actualidad lo habíamos perdido.
Ahora estamos volviendo a esas raíces gracias a esas comunidades de mujeres que nos permiten ser nosotras mismas y serlo en compañía, apoyándonos las unas a las otras y compartir con mujeres que se están enfrentando a los mismos retos.
En estas comunidades hay comprensión, hay apoyo tanto de personas que van más adelantadas en sus procesos como aquellas que van unos pasos atrás.
Todas nos mantenemos en el camino porque sabemos que, aunque hemos avanzado, aun queda mucho por hacer y la única forma de lograrlo es apoyándonos las unas a las otras.
¿Qué fallos detectas en proyectos de mujeres emprendedoras que frenan su rentabilidad como empresa?
Hay varios retos: el primero es cómo nos relacionamos con el dinero, a lo que ya hemos hecho referencia anteriormente.
Y el segundo es cómo afrontamos las mujeres los procesos más aburridos y tediosos dentro del emprendimiento dado nuestro carácter. La mujer es cíclica, no todos los días nos sentimos igual y nos encanta ser creativas a raíz de cómo procesamos el placer y el dolor.
Por ello, hablar de la practicidad, del objetivo, de la parte más racional del negocio independientemente de cómo te sientas cada día puede causar cierta resistencia en las mujeres.
Sin embargo, a medida que superamos esta fase, subcontratamos, automatizamos procesos, y creamos un calendario a medida que respeta nuestros ciclos, vemos que los resultados son mayores.
Es nuestra pasión la que nos sostiene en el tiempo como emprendedoras, superando los momentos más tediosos que sabemos que nos están acercando más a nuestro objetivo final.
Está bien disfrutar de los procesos más creativos de la empresa, pero no podemos perder oportunidades para nuestros negocios por evitar focalizar nuestra atención en las tareas más tediosas.
¿Cómo consideras que será el futuro del emprendimiento femenino tras la crisis sanitaria a causa de la COVID-19?
Honestamente, depende del nivel del negocio o del tipo de negocio: hay personas que se han visto beneficiadas u obliteradas, así que no puedo generalizar.
Los negocios digitales sí han vendido mucho más, pero quizá los negocios físicos que antes sobrevivían meramente del tráfico peatonal sí se han visto más dañados.
Por otro lado, otros negocios han entendido la necesidad de actualizar sus habilidades en digital para llegar a más personas. Y en ese caso, este cambio depende de sus recursos, sus conexiones y su capacidad adquisitiva para invertir o no en el mundo online.
Y, por último, también nos ha afectado de manera emocional y a la hora de valorar cuáles son nuestras prioridades.
Y, en tu caso, ¿cuáles son tus próximos objetivos en el ámbito laboral?
A pesar de que me encanta tener un negocio estructurado, es cierto que no planificamos con mucho tiempo de antelación. Generalmente, lo hacemos con un plazo de 6 meses y es el mismo mercado quien nos demanda sus necesidades.
En cuanto a los próximos pasos, tenemos un lanzamiento de una metodología de persuasión digital que considero tremendamente relevante en un momento en el que muchas marcas son idénticas y suenan igual.
Y ahí no hablo de la capacidad de convicción ni de copywriting, sino de crear un mundo con unas características específicas apelando a una necesidad muy profunda del comprador de manera que considere que lo entiendes perfectamente y se decante por tu negocio.
En mi opinión, en los próximos 6 meses a un año van a triunfar quienes se atrevan a comprender a su comprador a un nivel muy profundo, creando experiencias emocionantes y no solo productos. Y en esto las mujeres tenemos una gran oportunidad para servir desde nuestra empatía, originalidad, creatividad y amor genuino por nuestros clientes y el progreso de la humanidad.