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“Además de armar el plan de crecimiento de tu negocio, debes crear tu plan de crecimiento personal”

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Leticia Calvo

Nayla Norryh es una de las figuras más conocidas dentro del emprendimiento femenino. Nayla es mentora de estrategia y marketing para emprendedoras, y en su día a día ayuda a mujeres emprendedoras a crear un plan y una estrategia de crecimiento para escalar su negocio.

"Hoy me doy cuenta de que me tendría que haber enfocado primero en hacer un trabajo profundo de autodescubrimiento para que la idea de negocio surja de adentro hacia afuera"

A lo largo de su trayectoria profesional, ha ido pivotando hacia distintos proyectos hasta encontrar su propósito de vida.

Nayla Norryh es una referente con un camino de autoconocimiento y emprendimiento a sus espaldas tremendamente inspirador que hoy queremos conocer de cerca.

Entrevista a Nayla Norryh, mentora de estrategia y marketing para emprendedoras.

Estuviste trabajando por cuenta ajena 10 años. ¿Cómo fue el día que tu cabeza hizo clic y quisiste dar el paso de emprender?

La verdad es que no fue un día, sino un proceso de casi dos años, desde que empecé a sentir que tenía que haber otra forma de trabajar, más flexible y alineada con mi forma de ser, hasta que me animé a renunciar.

Siempre digo que la empresa donde trabajaba era espectacular y el trabajo en sí me gustaba, pero hoy me doy cuenta de que vivía con una sensación de vacío y una voz en la cabeza (¡y el cuerpo!) constante, que me decía que “tenía que haber algo más”. Sentía que no estaba aprovechando mi potencial y tenía muchísimo más para dar.

Sí recuerdo, igualmente, un día puntual esperando la salida de un avión a Colombia, donde tenía una reunión de trabajo por tres días, que me puse a llorar “de la nada” y me di cuenta de que ya no quería esa vida. Quería manejar mis horarios libremente.

Ahí empecé a mirar con más atención el estilo de vida de mis jefes y me di cuenta que no quería eso, ¡para nada! No quería una vida estresada, con la agenda colapsada, trabajando hasta cualquier hora. Por eso, en mi caso, la decisión de renunciar no vino por las ganas de emprender, sino por no querer más ese estilo de trabajo.

Hasta ese momento, no había tenido ningún tipo de contacto con el mundo emprendedor, con lo cual ni siquiera lo veía como una alternativa.

No tenía idea de qué quería hacer con mi vida profesional, solo sabía que no era más eso que estaba haciendo.

¿Cómo descubriste el mundo del emprendimiento y cuáles fueron tus primeros pasos en este mundo?

Cuando renuncié, estábamos viviendo en Panamá con mi marido y empezamos a ver que varios conocidos empezaban negocios porque había muchas oportunidades por desarrollar. Ahí fue la primera vez que me planteé la posibilidad de hacer algo por cuenta propia, pero no sabía muy bien el qué.

Mi primer paso, como cada vez que descubro algo nuevo, fue ponerme a aprender. Me compré mil libros, asistí a charlas y participé de todo evento de emprendedores que se me cruzaba. Mientras, en paralelo, pensaba y analizaba distintas ideas de negocio que se me iban ocurriendo.

Hoy me doy cuenta de que me tendría que haber enfocado primero en hacer un trabajo profundo de autodescubrimiento para que la idea de negocio surja de adentro hacia afuera.

En ese momento pensaba ideas que iban literalmente desde abrir un centro de yoga a tener una agencia de viajes, sin pensar la vida que quería o cómo aprovechar mis fortalezas. Así que en el 2014 empecé mi primer negocio, básicamente eligiendo entre la mejor de todas esas opciones.

Tu primer proyecto fue un ecommerce y tú misma afirmas que, aunque el negocio funcionaba, no resonaba contigo ni con el estilo de vida que querías tener. ¿Cómo fue el día que entendiste que esta etapa había acabado?

Sinceramente creo que me di cuenta casi desde el inicio, pero me costó admitirlo. Me daba vergüenza sentir que yo misma me había metido en un negocio que no me gustaba y otra vez tendría que empezar de nuevo.

Sentía que nada me fluía. Me costaba horrores crear contenido porque vendía productos para bebés, pero como no era mamá no sabía de lo que estaba hablando ni tampoco me interesaba.

Como era mi primer negocio y no tenía experiencia previa manejando un emprendimiento propio, hacía absolutamente todo sola. Me pasaba el 90% del tiempo haciendo tareas que no me gustaban.

La mayor parte de las horas se me iban atendiendo consultas por WhatsApp, armando pedidos, coordinando entregas y resolviendo problemas.

En un momento incluso abrí un Showroom, porque como mi tienda era uno de los primeros e-commerce de Panamá no había cultura de compra online y las personas querían ir a ver los productos. Pero fue una decisión que tomé pensando únicamente en el negocio, sin tener en cuenta cómo iba a impactar en mi vida. Y terminé sintiéndome menos libre que cuando trabajaba por cuenta ajena, porque cumplía con horarios y me dedicaba a hacer tareas que no me gustaban.

Al principio, como no me animaba a asumirlo, le fui haciendo cambios al modelo de negocio para alinearlo más a mis fortalezas. Entonces, en lugar de vender productos de grandes marcas, empecé a contactar emprendedoras que creaban productos para bebés y les ofrecía venderlos en mi tienda.

Hablando con ellas, me di cuenta de que les costaba la parte del marketing, atraer clientes y darse a conocer. Entonces yo me encargaba de todo eso, con un % de comisión por cada una de las ventas de sus productos.

Ahí me reconecté con mi pasión por el marketing y la estrategia, pero además unido a la posibilidad de ayudar a otras mujeres a potenciar sus proyectos, que me empezó a generar mucha más satisfacción que mi propia tienda. Así que decidí venderla y empezar de nuevo.

Y, una vez finalizado este proyecto, ¿cómo pivotaste de negocio y cómo ha evolucionado tu emprendimiento a tu proyecto actual?

Se fue dando de manera bastante orgánica, porque como el último pivot que había hecho en mi tienda online fue vendiendo productos de otras emprendedoras, ellas mismas me empezaron a preguntar si podía ayudarles a crear sus propias tiendas, porque veían los resultados que estaba teniendo con la mía.

Así que empecé ofreciendo un servicio como intermediaria entre la emprendedora y la diseñadora/programadora de la tienda online. Ayudaba a la emprendedora a definir toda la parte estratégica, qué cosas debía tener en cuenta, qué cosas no podían faltar para que, además de ser una web linda, convirtiese.

Esas mismas emprendedoras me empezaron a consultar cómo generar más tráfico, cómo lograr más ventas, cómo crecer… Ahí me empecé a dar cuenta que cosas que yo asumía “que eran simples” porque tenía muchos años de experiencia haciéndolas, no eran tan simples para todo el mundo.

Ahora, viéndolo con distancia, parece que tenía todos los elementos delante de ti. Sin embargo, en ese momento seguía sin ver claro qué siguiente paso dar.

Así que tomé la decisión de trabajar con una coach de vida, porque quería ayuda para ver lo que no estaba viendo.

Ella me ayudó a unir las piezas y ver que, lo que más me emocionaba, era ayudar a otras emprendedoras a crecer. Así que tomé la decisión de empezar un blog para compartir mis conocimientos de marketing y estrategia, abrí una cuenta de Facebook y 6 años después, ¡acá estamos!

¿Qué papel desempeña el autoconocimiento dentro del camino del emprendimiento?

Sinceramente, creo que el más importante de todos. Hoy estoy convencida de que nosotras podemos ser el límite más grande de crecimiento de nuestro negocio, si no trabajamos en nuestros propios límites. Todas tenemos miedos, creencias que nos limitan, hábitos a mejorar… La gran diferencia entre las emprendedoras que avanzan y las que no, es qué hacemos con eso. Si los miramos de frente y nos metemos a trabajarlos, o intentamos taparlos y seguir como si nada.

Algo que les invito a hacer a las emprendedoras con las que trabajo es que, además de armar el plan de crecimiento de su negocio, creen su plan de crecimiento personal.

Qué van a hacer y en qué van a invertir, para trabajar en ellas mismas, para poder conseguir esos objetivos de negocio que se están proponiendo. Puede ser que tengan que trabajar en su relación con el dinero, el miedo a la exposición, la comparación constante… Lo que sea que cada una identifique, pero comprometerse a trabajarlo.

En caso contrario, podremos tener los objetivos más ambiciosos y el mejor plan del mundo, que siempre debajo de la superficie, vamos a tener barreras frenándonos.

Actualmente eres mentora de estrategia y marketing para emprendedoras. Por tu experiencia, ¿cuáles son los grandes frenos que observas en tus clientas a la hora de hacer crecer su negocio?

El primer gran freno que veo es la falta de foco.

Las emprendedoras con las que trabajo son tan apasionadas con lo que hacen, que se les ocurren más ideas de las que llegan a implementar.

Muchas veces van pasando de una nueva idea a otra, sin profundizar en ninguna, lo que hace que terminen haciendo demasiadas cosas chicas en lugar de menos cosas, de más impacto.

El segundo freno es la falta de un plan. La mayoría de las emprendedoras que llegan a mi programa de mentoría tienen muchísimas ganas de crecer, pero van ejecutando estrategias o herramientas aisladas, sin objetivos ni métricas claras. Por eso, el 99% de las veces terminan trabajando de más. Más de lo necesario para los resultados que están obteniendo.

Y, por último, otro freno que cada vez veo más es la ansiedad de querer saltarse etapas.

Emprendedoras que me contactan diciéndome que quieren escalar su negocio y tienen ideas super ambiciosas, pero cuando miramos con atención, no tienen las bases del negocio sólidas.

Quizás, no conocen a su cliente ideal con el nivel de profundidad que deberían o no hicieron el trabajo de bajar a papel qué quieren transmitir con su marca o no tienen un plan de marketing claro. Quieren pasar al siguiente nivel, sin haber atravesado en profundidad el actual.

¿Cuál es el aspecto más gratificante de ser emprendedora? ¿Y el más difícil?

Para mí el aspecto más gratificante es, sin lugar a duda, tener un trabajo que es parte de un propósito más grande, que en mi caso es acompañar a otras mujeres a desarrollar su potencial y cumplir su visión más ambiciosa.

Hacer algo todos los días donde siento que estoy impactando de forma positiva en la vida de otras personas es lo que más gratificación me da. Y, además, la libertad absoluta a la hora de elegir cómo usar mi tiempo.

El aspecto más desafiante, para mí, es lograr separar el negocio de la emprendedora detrás.

Que cuando un plan no sale como esperamos o recibimos un comentario negativo en las redes o un “no” como respuesta a una propuesta que hacemos, no lo llevemos a nuestro ser.

Que esas cosas no reflejan nada de nosotras. No somos más o menos capaces porque un plan salga mal, ni somos lo que otros comenten en las redes, ni dice nada de nuestro ser que a alguien no le interese una propuesta que le estamos haciendo.

Sobre todo, cuando tenemos marca personal, para mí ha sido todo un camino de inmenso aprendizaje lograr separar el negocio de mi persona, para no vivir en una constante montaña rusa emocional.

Tu programa “Conectar para atraer” es una mentoría grupal de 14 semanas en las que trabajas la organización, el foco la estrategia y para potenciar estos negocios. ¿Qué beneficios tiene para estas mujeres emprendedoras el hecho de trabajar en comunidad?

En mi experiencia, son muchísimos los beneficios. La posibilidad de escuchar otras historias y darte cuenta de que lo que te está pasando en tu negocio, no te pasa solo a ti. Hacer una consulta y recibir diferentes puntos de vista. Preguntar por un recurso y recibir recomendaciones, que te ahorran horas de búsqueda. Escuchar lo que otra emprendedora está trabajando en determinando punto del programa y que eso te inspire con algo que no habías pensado para tu negocio.

Y, lo más importante, sentirte acompañada y recibir una dosis de energía diaria para avanzar en tu propio proyecto.

En las diferentes ediciones que hice de “Conectar para Atraer” se armaron grupos increíbles, que después siguen juntas fuera del programa. Algunas se hicieron amigas, algunas socias, algunas contratan servicios de otras, algunas incluso armaron grupos de Mastermind para apoyarse de forma constante con sus proyectos.

Eso para mí tiene un poder inmenso, porque estoy convencida que sí o sí tenemos que salirnos de la cultura de la “autosuficiencia”, donde pareciera que valoramos cuando las cosas las hacemos solas, sin ayuda de nadie. Como si recibir ayuda fuese algo malo o implicase que no somos capaces.

Creo que, por suerte, estamos entrando en una nueva era donde ese viejo paradigma se está rompiendo, y volvemos al concepto de comunidad y tribu.

Porque pedir ayuda o apalancarnos en otras personas no quiere decir que no podamos solas, sino que no queremos.

Acompañadas el camino es más fácil, más disfrutable y llegamos a nuestros objetivos mucho más rápido.

¿Crees que la digitalización de los negocios ha ayudado a que más mujeres quieran crear sus propios proyectos?

Sí, creo que sí. Aunque hayamos avanzado algo, sigue siendo una realidad que el rol de la casa y el cuidado de la familia recae todavía mayoritariamente en las mujeres. Con lo cual, la digitalización de los negocios trajo la posibilidad de integrar esos dos mundos de forma más armónica.

Creo que hizo que más mujeres se animen a empezar proyectos propios, en la búsqueda de un trabajo más alineado al estilo de vida que tienen y quieren, logrando integrar mejor todos los roles.

¿Cómo ves el presente y el futuro del emprendimiento femenino?

Creo que, aunque hubo una especie de boom del emprendimiento femenino en los últimos años, recién estamos empezando.

Lo que veo es que cada vez más mujeres eligen emprender, pero la mayoría sigue pensando todavía en micro emprendimientos o proyectos personales, sin un modelo de negocio escalable, un plan con inversión para crecer, ni planteándose el nivel de profesionalización necesario para crear una empresa de más impacto.

Creo que el futuro del emprendimiento femenino tiene que ir hacia ese lado, animándonos a pensar más grande, asumiendo nuestro rol de líderes y creando empresas de más escala.

Este año lancé mi podcast “Onda CEO” con este objetivo en mente. Que dejemos de asociar el emprendimiento femenino con la emprendedora orquesta que se ocupa de todo y, en cambio, asumamos nuestro rol de CEO, aprendiendo a delegar, armar equipo, plantearnos objetivos más desafiantes y ocuparnos de las áreas más estratégicas para crecer.

¿Y cuáles tus próximos planes laborales para el futuro?

Ahora, en abril, abro las inscripciones a mi programa de mentoría “Conectar para Atraer”, así que las próximas 14 semanas me enfoco 100% en acompañar a las emprendedoras que se suman.

En el segundo semestre tengo como proyecto crear un nuevo programa enfocado en escalar servicios con formaciones online en función de toda mi experiencia con ese modelo de negocio.

Después, mi siguiente proyecto es armar un Mastermind para emprendedoras listas para escalar en grande y asumir su rol de CEO, donde voy a poner más énfasis en el desarrollo del liderazgo y trabajo interno necesario, más allá de las estrategias de negocio.

Y, más a largo plazo, cuando los viajes vuelvan a ser una posibilidad, me encantaría crear un retiro en algún lugar soñado en la playa, para mujeres líderes con ganas de aprender en comunidad.