Cuando hablamos de tecnología 5G parece que estamos hablando únicamente de una evolución de 4G, un cambio semejante al que vivimos cuando pasamos de 3G por 4G, pero no es así.
5G es algo más que una promesa de más velocidad y es importante tenerlo en cuenta antes de pronunciar frases como “yo con 4G ya estoy bien, no necesito más”.
Para entender la necesidad de cambiar de tecnología podemos desplazarnos mentalmente a un concierto de U2, o a un campo de fútbol la red 4G se hace más lenta, pierde conexión, aunque la antena esté cerca. Lo consideramos normal, ya que hay muchas personas intentando conectarse al mismo tiempo, y no le damos mayor importancia, es durante poco tiempo y en pocas ocasiones se junta tanta gente como para saturar una antena de este tipo.
El problema es cuando la cantidad de dispositivos conectados comienza a multiplicarse, cuando los relojes también se conectan a Internet, cuando hay zapatos conectados, sombreros conectados, camisetas, collares, anillos… Poco a poco vemos como está creciendo el número de “cosas conectadas”, y estas “cosas” también necesitan su espacio en la limitada antena, que acabará saturada con mucha menos gente para poder dar espacio al Internet de las cosas.
Es ahí cuando entra en juego 5G, una tecnología que consigue multiplicar la cantidad de dispositivos conectados por metro cuadrado, de una forma impresionante (100 veces más dispositivos en el mismo espacio), y a una velocidad mucho más alta, aunque tiene un precio alto: hay que crear una infraestructura enorme prácticamente desde cero.
Pero no son los problemas de las empresas de telecomunicaciones en el mundo 5G lo que nos ocupa en este artículo y sí las ventajas que tendrá para nosotros, los consumidores
¿Cómo cambiará nuestra vida con 5G?
Además de aumentar la velocidad (unas 100 veces superior) se reducirá la latencia y esto es importante cuando la sincronización de datos es fundamental. Si queremos tener coches autónomos comunicándose entre ellos, es necesario que cuando uno envíe datos diciendo “estoy aquí”, otro lo reciba de forma inmediata, ya que 0,3 segundos de latencia puede ser la diferencia entre un accidente y un cruce limpio.
Esta reducción de latencia la veremos también aplicada en cirugías remotas, en videojuegos, en transmisión de presentaciones, videoconferencias y, en general, en todas las áreas donde la sincronización perfecta sea necesaria.
Reduce la cantidad de energía que se necesita para que funcione, por lo que los sensores y pequeños dispositivos conectados podrán tener baterías que duren hasta 10 años (o incluso más). Los móviles no tendrán que desconectarse de la red para ahorrar batería, por lo que tendremos más horas de Internet con la misma cantidad de carga.
Permitirá el uso de servicios múltiples paralelos, de forma que será posible conocer el clima y la ubicación mientras hablamos con otra persona, sin necesidad de interrumpir acciones para dejar paso a otras.
La educación será más fácil. Un estudiante sentado en cualquier parte del mundo podrá asistir a una clase con contenido multimedia avanzado sin necesidad de que la conexión sea extremadamente cara, algo muy útil para el tercer mundo (aunque seguramente la conexión 5G tardará en llegar a los lugares menos favorecidos).
El monitoreo será más fácil, de manera que una organización gubernamental podrá monitorear cualquier parte del mundo de forma sencilla, reduciendo así la tasa de criminalidad aunque, por otro lado, eso abre las puertas a problemas de privacidad de todo tipo.
Cuáles son los principales escollos ahora
Aunque la tecnología 5G se investiga y se conceptualiza para resolver todos los problemas de señal de radio y las dificultades del mundo móvil, aún hay algunos problemas que tienen que solucionarse. La velocidad prometida puede no conseguirse perfectamente debido a la falta de apoyo tecnológico en la mayor parte del mundo, ya que aunque la red sea 5G, el hardware debe adaptarse a la misma. Por otro lado, muchos de los dispositivos antiguos no serán compatibles con 5G, por lo tanto, todos ellos deben ser reemplazados por uno nuevo y costoso (especialmente en la primera fase de implantación).
Por otro lado tenemos el problema de cobertura. Una de las ventajas clave de las torres de telefonía 3G era que podían cubrir un territorio inmenso con relativamente pocas celdas. Esto se debe a que la red no requería tanto ancho de banda, lo que significa que las redes tenían que implementar menos celdas. Cuando la tecnología avanzó a redes 4G, las celdas estaban produciendo más ancho de banda, lo que significa que el radio de cobertura de cada celda era menor. Las personas pueden haber notado que su cobertura puede disminuir más a menudo que en su red 3G. A medida que se despliegue la red 5G, esta tendencia continuará. Se requerirán más torres de celdas para producir este inmenso ancho de banda porque las celdas no pueden cubrir tanto espacio como una celda 3G o 4G. Debido a que será necesario implementar más celdas, los usuarios de 5G deben esperar que su cobertura no esté tan extendida al principio.
Por dónde empezará la tecnología 5G a abrirse camino
De momento todo parece indicar que será en Asia donde se implantarán las primeras redes 5G, como Corea del Sur, Japón y Singapur. No podemos olvidar a Estados Unidos, que están muy por delante de Europa en este sentido. La operadora coreana KT Telecom es una de las pioneras, después de probarla en los Juegos Olímpicos de Invierno de la ciudad de Pieonchang. Las norteamericanas AT & T y Verizon ya han hecho pruebas piloto precomerciales y las japonesas NTT DoCoMo y KDD esperan usar los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020 como plataforma de lanzamiento. Un informe de la consultora Juniper Research estima que el número de conexiones 5G debe llegar a mil millones en 2025, un tercio de ellas solo en Estados Unidos, y un 55% entre Estados Unidos, China y Japón.